martes, septiembre 29, 2015

Del macrocosmos al microcosmos, de lo grande a lo pequeño

Del macrocosmos al microcosmos, de lo grande a lo pequeño


Fue la astrología el primer estudio serio en el que se embarcó el ser humano en la búsqueda de un vínculo existente entre los movimientos celestes y los acontecimientos terrestres pero, con el paso del tiempo, muchas otros conocimientos y ciencias se interesaron por ello.

Los estudiosos de la “filosofía oculta” conocen un breve y enigmático texto atribuido al mítico Hermes Trimegisto denominado “La Tabla Esmeralda” en el que encontramos este famoso precepto: “Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para consumar el milagro de la Unidad.”

Es la filosofía neoplatónica griega la que introduce los conceptos de macrocosmos y microcosmos, considerando que se reproducen los mismos patrones en la escala más grande (macrocosmos y universo) como en la más pequeña (microcosmos y hombre). 
A través de los diferentes estudios de esta relación se ha llegado a la ciencia actual donde se busca la unificación de dos físicas diferentes y complementarias: la relatividad o física de lo muy grande (macrocosmos) y la mecánica cuántica o física de lo muy pequeño (microcosmos). 

El considerar el universo como un todo ha llevado a estudiar conjuntamente la materia a sus diferentes escalas, desde el big bang hasta el mundo de las partículas subatómicas. En este sentido, y a modo de curiosidad, hay imágenes de neuronas de nuestro cerebro que son muy difíciles de distinguir del dibujo que realizan algunos grupos de galaxias en el firmamento.

Pero lo que me ha motivado a compartir estas consideraciones previas es la simbología astrológica actual con el tránsito del planeta Júpiter (lo grande) por el signo de Virgo (lo pequeño). Júpiter entró en el signo de Virgo el 11 de agosto, y continuará transitando por él, hasta el 9 de septiembre del 2016. Hacía 12 años que no viajaba por este signo, puede que, por ello, nos convenga recordar algunas de las cosas favorables que nos trajo aquel periodo, no porque nos sucedan de nuevo exactamente de la misma manera, sino para comprobar en qué ámbitos de la vida nos puede afectar en la actualidad.
Se dice en astrología que Júpiter, al que por sus connotaciones positivas llamamos “el gran benéfico”, está en exilio en el signo de Virgo. 

La naturaleza de Júpiter es grandiosa, exuberante, exagerada, mientras que la de Virgo es minuciosa, detallista, ordenada y contenida.  
Júpiter representa la expansión, especialmente en la búsqueda del conocimiento superior, la religión, la filosofía y la ética. Nos estimula hacia la aventura, la política, los viajes, la fiesta.

Al contrario, en el signo de Virgo se busca la Verdad a través de la indagación, de la organización detallada, del estudio ordenado de las partes. Este signo zodiacal nos estimula al servicio, al cuidado del cuerpo y de la limpieza, a la humildad.
Sin embargo, el planeta Júpiter en el signo de Virgo, es una combinación unificadora ya que nos hace compaginar lo exterior con lo interior aunando lo grande con lo pequeño. 
A esta relación se suma la intervención otro planeta, Neptuno, el símbolo de la unidad de todo lo que existe.

 Neptuno se encuentra en el signo de Piscis haciendo oposición a Júpiter en Virgo. Esto hace que en cada momento tengamos una fuerte sensación de estar viviendo algo trascendental y, también, que adquieran más importancia los sucesos globales, generales, que los personales. Por otra parte, las experiencias fuera de lo común y las creativas o místicas encontrarán los canales de materialización que ofrece el signo de tierra Virgo. 

Es Júpiter en Virgo, opuesto a Neptuno, el que nos ayuda a descubrir que en el orden hay una profunda conmoción estética o que, en la vida cotidiana,  experimentemos éxtasis visionarios. Algo como lo que le sucedió probablemente a Santa Teresa de Jesús cuando afirmaba que: “Entre los pucheros anda Dios”.

Unido a esto, también nos encontramos al Nodo Norte en conjunción exacta a Lilith y esto también ayuda a que se desvele otro misterio, ese que reza en el templo de Apolo, en el famoso oráculo de Delfos: “Conócete a ti mismo”.  Es el autoconocimiento y la introspección el que nos hace descubrir que somos uno con la luz de las estrellas, con esa luz que es la luz de cada uno de los hombres y mujeres que habitan en este planeta llamado Tierra. 

Eso nos explicó, en su día, el gran divulgador científico Carl Sagan cuando afirmó que “Somos polvo de estrellas”  ya que, todos y cada uno de los átomos que forman toda la materia que nos rodea (incluidos nosotros mismos) son iguales a los observados tras el estallido de una estrella. El macrocosmos en el microcosmos. Lo de arriba, lo universal, en nosotros mismos.

En palabras del famoso poeta místico William Blake: 


Para ver el mundo en un grano de arena, Y el Cielo en una flor silvestre, Abarca el infinito en la palma de tu mano Y la eternidad en una hora.



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