lunes, diciembre 21, 2015

Sekhmet se despierta



Parece que los tiempos que vivimos, y los que quedan por venir, se caracterizan por ser periodos marcados por el derramamiento de sangre. Los alineamientos planetarios son muy tensos este invierno y sus simbolismos, para no engañarnos, son francamente pesimistas. Es una de esas épocas convulsas en las que solo hay una salida; la resurrección. La destrucción, también debe de llevar a la transformación y para entender este proceso he elegido un mito de Sekhmet, una figura mitológica que nos ayudará a situarnos en este momentos. Pero antes de contar su historia, empecemos por el significado de su nombre. 

Sekhmet, es la expresión femenina de “poder”, por eso se la denomina “la poderosa” y, esa idea, se expresa en su representación como una mujer con cabeza de leona, coronada por un disco solar y una cobra. En esta imagen nos tenemos que detener en señalar que el símbolo solar contiene tanto el aspecto maléfico de lo hiriente, lo árido, lo que quema, como el aspecto benéfico de lo curativo, lo fértil, lo cálido. Por otra parte, la serpiente simboliza la resurrección, dado que la destrucción de su piel viene precedida por el cambio que se va gestando en su interior, apareciendo una renovada piel en el mismo momento del abandono de la antigua. En lo referente a la diosa Sekhmet, nuestros antepasados la veían como una diosa atrapada en su historia, con una sed insaciable de sangre. 

Esta historia se inicia cuando el dios Ra (el Sol) envía a su hija Sekhmet, que a la vez es su ojo izquierdo (la Luna), a castigar a la humanidad. Ra había otorgado a los hombres poder sobre la tierra y, como respuesta, los hombres se burlaban de él y se dedicaban a acumular cada vez más y más poder hasta el punto de conspirar contra el propio Ra. Sekhmet, obedeciendo la orden de su padre, se lanzó como una leona contra los hombres destruyendo a todos los que encontraba a su paso, sintiendo alegría y placer al beber la sangre de los humanos haciéndose cada vez más insaciable su sed de ella.  Parecía imposible detener la furia asesina y sanguinaria de Sekhmet hasta que Ra, asustado y conmovido, decidió poner fin a este castigo enviando a sus mensajeros a fabricar una bebida a base de cerveza y ocre rojo. Ra ordenó que esta bebida, que adquirió el color y la textura de la sangre, fuese derramada a la luz de la Luna (otro de los símbolos de Sekhmet) sobre la tierra. Al amanecer, cuando Sekhmet se preparaba para continuar la matanza, vio el liquido rojo y creyó que era sangre. Bebió y bebió esa cerveza roja hasta emborracharse y quedarse adormecida. A partir de ese momento dejó de matar y se transformó en Hathor (cambió de leona a gatita) convirtiéndose en la diosa del amor y de la sanación.

Astrológicamente el despertar de Sekhmet podemos relacionarlo con los últimos acontecimientos, ofreciéndonos este mito un paralelismo con la situación actual. 
El día en que se produjo el luctuoso hecho de nuestro país vecino, los atentados de París, el Sol (Ra) transitaba por el signo de Escorpio, signo relacionado con la muerte y la resurrección (Sekhmet). Además, el planeta Marte (el dios de la guerra y Sekhmet) estaba alineado con los nodos lunares (puntos de destino) y la Luna (Sekhmet) conjunta a Saturno (las naciones y el miedo) activando la cuadratura de Saturno-Neptuno que conduce a la destrucción de muchas vidas humanas. Otras posiciones planetarias de ese fatídico día conducían a lo mismo, a provocar la sed de sangre de Sekhmet.

No voy a desgranar aquí todas las posiciones astronómicas de este año y de los sucesivos, ni tan siquiera las de este invierno, solo señalar que se van haciendo cada vez más conflictivas hasta llegar al año 2020 que es el pico más alto de la tensión. Parecería que poco o nada podemos hacer los ciudadanos de a pie frente a esta situación bélica, solo observar, entender, aprender y apoyar o deslegitimizar a nuestros gobernantes. Sin embargo, y recordando la unión de todo lo que existe, resolviendo nuestros problemas personales, tanto los internos como los externos, ayudaremos a resolver los problemas del mundo, sabiendo que la comprensión de nuestro entorno nos ayuda a comprender y a resolver los problemas con nuestros vecinos.  

Puede que en algún área de nuestra vida cotidiana también estemos sufriendo de una manera simbólica estas convulsiones. Es el momento de reflexionar profundamente, de actuar con cautela, de observar que hay detrás de las apariencias de las cosas, de las políticas de la vida, qué las ha motivado y qué subyace oculto tras ellas. Esta profunda reflexión nos desvelará como hacer el transito hacía una transformación gloriosa. A partir de ahora deberíamos marcarnos un objetivo; convertir a la sanguinaria Sekhmet, es decir, la ira, la crueldad, la venganza, en la dulce Hathor, en la compasión, el amor y la sanación.  

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