¡QUE CRUZ!
Solemos utilizar las distintas
expresiones de ¡que cruz¡, ¡vaya cruz¡ o ¡menuda cruz¡ para referir situaciones
o experiencias que sugieren llevar una pesada carga o que exigen grandes
sacrificios. Más allá de las connotaciones
cristianas de estas expresiones se encuentran también las astrológicas y, más
concretamente, me refiero a una configuración llamada gran cruz cósmica.
Como todos los años, se inicia el año
astrológico con la entrada del Sol en el punto vernal, es decir a 0º de Aries,
que este año (2014) acontece el jueves 20 de marzo a las 17: 53 hora
peninsular.
Esta
primavera se verá afectada por una configuración astronómica denominada GRAN
CRUZ CÓSMICA CARDINAL. Aunque esta cruz ya se viene generando desde el
2010, su momento más tenso será a partir del 23 de abril donde llega a su
exactitud en el grado 13 (grado de mayor intensidad de todos los signos) de los
cuatro signos cardinales. Una increíble casualidad astronómica, si creemos en
las casualidades.
¿Qué es una
Gran Cruz Cósmica? Es una figura que se
forma con cuatro planetas, o más, que se encuentran unidos entre sí por
cuadraturas (90º) configurando un cuadrado con dos oposiciones (180º) centrales
formando una cruz. Los planetas que conforman actualmente esta cruz son: Urano,
Júpiter, Marte y Plutón. Todas las cruces cósmicas sugieren grandes procesos de
transformación y esta, precisamente, es muy potente y definitiva ya que es la
que corresponde a los grandes inicios por encontrarse en signos cardinales, los
signos con los que comienzan las estaciones, es decir, Aries, Cáncer, Libra y
Capricornio y, para la astrología, son signos de iniciación cargados de
actividad, exuberancia y energía. Estos signos se orientan hacia el logro,
imponen desafíos, lideran e instigan a la acción.
Desgranando esta
cruz vemos que la primera oposición, o primera barra de la cruz, es la que hace
Urano con Marte que, al estar situados en el eje masculino de Aries-Libra, nos
incita a todo tipo de lucha, violencia y agresividad, abocándonos a las sorpresas,
a los accidentes y a los desastres naturales. En estas luchas también caben los
esfuerzos por la paz y la diplomacia, como sugiere Marte en Libra en los
intentos por equilibrar las situaciones que se produzcan.
La segunda
oposición, o segunda barra de la cruz, es la generada por Júpiter y Plutón situados en el
eje femenino de Cáncer-Capricornio, esto produce una clara expansión de la
lucha de la ciudadanía contra las estructuras que detectan el poder. En estos momentos los
pueblos pretenden recuperar o conseguir una mayor amplitud de bienes y derechos
(calidad de vida) frente a unos poderes claramente restrictivos, debiendo aplicar esta misma lucha a las
restricciones de nuestras vivencias personales.
Una vez formada la cruz se unen en sus extremos formando
cuadraturas, lo que complica considerablemente las cosas ya que genera más
intensidad en la enemistad, incrementando la tensión que se producen entre
todos los contrarios implicados en estos procesos.
Es inquietante que en la vida individual también vivamos
estos mismos procesos, aún si no nos afectasen los movimientos sociales.
Pero ¿hacía donde nos lleva esta tensa cruz? ¿qué salidas creativas tiene?.
En lo
social, sugiere que vamos a ver emerger nuevos tipos de líderes muy distintos a
los ya conocidos, la transformación de algunas leyes obsoletas, derrocar
algunos poderes anacrónicos y acabar con muchos de los abusos. Un gran trígono
entre Júpiter, Saturno, Venus, Quirón y Neptuno sirve para iniciar una unión
sanadora e idealista que generará grandes cambios sociales, por tanto, aunque
se agudicen los conflictos ya existentes y otros nuevos estallen
inesperadamente, debemos ser
francamente optimistas, encontraremos salidas muy creativas en las que se
aunarán fuertes dosis de responsabilidad y de libertad y, sobre todo, un
inmenso sentimiento de pertenecer a algo más grande que nosotros mismos.
Estos mismos
símbolos se presentarán en nuestras experiencias personales. Una actividad
intensa de lucha y de conflicto nos llevará a gestar un nuevo modelo de vida,
de pensamiento, de sentimiento que nos acercará a emociones más profundas y
sobrecogedoras.
Podemos
concluir, volviendo al símbolo cristiano, que esta “cruz” nos lleva por el
camino de la redención, dirigiéndonos hacia la única salida posible: la
resurrección. Eso sí, una resurrección dentro de esta misma vida.